Permitirme que titule este post con lo que se denomina un oxímoron (combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido)
La palabra utopía proviene de la isla imaginaria, llamada con ese mismo nombre, que se inventó Thomas More (que más tarde fue canonizado, como Santo Tomás Moro), en su libro más famoso, conocido popularmente con la misma palabra, “Utopía“. Y el significado que se le da a ese vocablo en el diccionario, es el siguiente: “plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación”.
Por otro lado, la segunda palabra, real, significa en nuestro caso: “que tiene existencia verdadera y efectiva”. Lo que conocemos en el ámbito del TPS, como genjitsu.Si nos quedamos solo con la primera palabra, la de la utopía, no avanzaremos nunca hacia los propósitos que tenemos como objetivos. Vivimos en un mundo supuestamente pragmático, que ignora y rechaza cualquier idea que pueda suponer un cambio incómodo, por lo que muchas veces, pensamientos brillantes, que podrían convertirse en auténticas realidades, se quedan en el “cajón-de-las-ideas-olvidadas”.
Planteemos el asunto desde dos ópticas diferenciadas y por un orden natural e inalterable:
Si nos aplicamos a conseguir los puntos citados, si los cumplimos, veremos que la probabilidad de que la utopía se convierta en realidad, será manifiesta. Y una vez demostrado que “yes-we-can“, los “agoreros”, o se adaptan y reconocen la evidencia, o tendrán que tomar “la-maleta-de-los-escepticismos-y-los-malos-presagios”, y largarse durante un tiempo, que esperemos que vaya para largo.