La práctica del trabajo a distancia ha aumentado de manera espectacular en los últimos años. Empresas de todos los tamaños han descubierto los beneficios de trabajar a distancia. Sin embargo, a pesar de las ventajas que presenta este modelo y considerando que la tecnología necesaria para su implantación está al alcance de todas las compañías, su grado de aplicación es todavía residual.
En estos momentos, debido a la crisis del COVID-19, muchas organizaciones se han visto obligadas a limitar los contactos presenciales y, en muchos casos, esto ha aumentado la práctica del teletrabajo. No obstante, la falta de experiencia en este campo genera recelos o dudas para adoptar este modelo de trabajo.
Desde nuestra experiencia, esperamos aportar algo de luz a quienes estén andando los primeros pasos de este viaje…
Tres beneficios irrefutables del trabajo en remoto
Antes de considerar las necesidades técnicas u organizativas para que este modelo de trabajo en remoto sea una realidad debemos evaluar los beneficios que nos puede aportar.
En ningún caso se puede afrontar un proceso de cambio si no existe una motivación clara para ello.
En este caso, más allá de la situación puntual de confinamiento sobrevenida, debemos ser conscientes que el trabajo en remoto nos aportará los siguientes beneficios:
Es preciso recordar estos beneficios (y otros que seguramente pueda identificar cada organización) porque, en el momento de la implantación nos asaltarán infinidad de dudas y miedos sobre el éxito del proyecto.
Una implantación exitosa debe tener en cuenta tanto la tecnología, la cultura de la organización como la madurez o responsabilidad individual del equipo.
La tecnología está a nuestro alcance
Durante años, a pesar de las ventajas del trabajo a distancia, la mayoría de organizaciones no podían considerar esta alternativa porque no existía la tecnología necesaria. Solo a partir del momento en el cual todos los trabajadores han tenido acceso a internet (y a una infinidad de aplicaciones destinadas al trabajo colaborativo) se puede considerar la opción de trabajar en equipo sin necesidad de convivir físicamente en unas mismas instalaciones.
A lo largo de los últimos diez años la tecnología nos ha proporcionado un vasto abanico de herramientas que nos permiten trabajar a distancia consiguiendo resultados similares a los que conseguiríamos si este mismo trabajo se realizara en modo presencial: Google Drive, Dropbox, Slack, Teams, Trello, Zoom o Skype son algunas de las herramientas que todos tenemos a nuestro alcance y que ayudan a que el trabajo colaborativo a distancia sea una realidad.
La evolución cultural
La cultura de la empresa no se limita a la reunión de los lunes, a la conversación de la sala de café ni a la supervisión directa del trabajo realizado. La cultura es lo que hace la gente, no lo que está escrito en un póster colgado en las paredes de la oficina.
En consecuencia, este modelo no modifica per se la cultura de la organización. Lo que hace de manera incisiva es cuestionar y modificar algunos de los paradigmas tradicionales del trabajo (horarios, supervisión…). Curiosamente, cuanto más sólida sea una cultura y más arraigados estén los valores de la organización, más sencilla será la adaptación a un modelo de teletrabajo.
En el momento de implantación, será necesario definir las reglas del juego para cada una de estas reuniones. Aunque es probable que estas primeras reuniones no sean memorables, una vez consolidados, estos contactos serán más eficientes que en el modo presencial.
No debería sorprendernos si afirmamos que la accesibilidad al resto del equipo no es tan fácil en un modelo de teletrabajo. Esta pequeña barrera que dificulta la comunicación tiene una segunda lectura que, en este caso, es muy positiva: en remoto se reducen en gran medida las interrupciones por urgencias sobrevenidas, aquellas que empiezan con un “ahora que me acuerdo…”, “¿tienes un minuto?” o “aprovechando que te veo por aquí…”
En todo caso, para la implantación de un modelo de trabajo en remoto, se debe adaptar el sistema para que una gran parte del trabajo se pueda ejecutar de manera asíncrona.
En consecuencia, si hemos tomado una mala decisión al contratar a una persona que rehúye sistemáticamente de sus responsabilidades, estos comportamientos se producirán tanto en un modelo presencial como en uno de trabajo en remoto. En este caso, la disyuntiva a plantear no se circunscribe al formato de trabajo remoto o presencial, sino que tiene un enfoque más profundo que afecta al rol de nuestros directivos: ¿necesitamos directivos policías o líderes que guíen a nuestros equipos?
En cualquier caso, este punto tampoco debería ser un impedimento para el trabajo en remoto porque, actualmente, existen sistemas que permiten monitorear la actividad de nuestro personal en remoto.
La responsabilidad individual
Es evidente que el paso de un modelo de trabajo presencial a un modelo de teletrabajo requiere de cambios a nivel organizativo que afectan las rutinas y rituales de la empresa. Pero también es necesario que, a nivel individual, el empleado adapte su sistema de trabajo a una nueva realidad.
Conclusiones
Por todo lo explicado, el trabajo en remoto tiene ventajas tanto para la empresa como para el colaborador. Pero, es necesario tener en cuenta que no se trata de una decisión de blanco o negro.
La situación ideal es aquella en la cual el colaborador tiene la responsabilidad para decidir en cada momento cómo puede desarrollar mejor su trabajo y la autonomía para hacerlo.
Si quieres que te ayudemos a facilitar una cultura de trabajo en remoto en tus equipos, contáctanos, y alinearemos todos los factores necesarios para hacerla realidad.
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