Una organización de alto rendimiento es una organización ágil, que logra resultados financieros y no financieros que son muy superiores a los referentes de su sector, durante un período de tiempo de cinco años o más.
Son organizaciones que se han construido y transformado a través de un diseño holístico, centrándose, de forma disciplinada, en lo que realmente importa para la organización.
Además, las investigaciones lideradas por referentes mundiales como André De Waal, David Hanna y Jim Collins, confirman que hay una correlación directa y positiva entre las culturas organizacionales de estas empresas y sus resultados, independientemente del sector, industria o país en el que compitan.
Las características culturales que distinguen a las organizaciones de alto rendimiento son:
Lideres capaces de desarrollar a la próxima generación de lideres. Lideres capaces de hacer crecer a los profesionales y equipos de la organización para innovar, pensar y actuar utilizando los recursos tecnológicos y digitales y conseguir de forma continua los objetivos de la compañía.
Profesionales y equipos de alto rendimiento que asumen la responsabilidad individual como el pilar fundamental para hacer de la colaboración, la transparencia y la co-creación y la autoorganización, los principios fundamentales del trabajo en equipo.
Conseguir los objetivos a corto y medio plazo no es suficiente. En las organizaciones de alto rendimiento, el reto empieza por mantener todos y cada uno de los días una orientación a largo plazo, que les haga continuamente cuestionarse la forma en que piensan y actúan.
Ese reto, en la persecución de una visión o ideal muy definido a largo plazo, es el que libera la creatividad y el coraje de todas las personas en la organización para innovar y cambiar todo aquello que sea necesario, preservando los valores que les une, en la búsqueda de ese ideal.
Esa orientación es la que hace a cada miembro de una organización de alto rendimiento nunca sentirse cómodo con el status ideal, y mantenerse en una tensión creativa en la búsqueda constante de una forma mejor.
En las organizaciones de alto rendimiento innovar no es la función de un departamento o de un numero limitado de personas. La innovación es una forma de pensar, actuar y aprender individual y colectivamente para crear de forma diferencial y disruptiva a través de muchos pequeños pasos sincronizados hacía un objetivo común.
Como forma de pensar, la innovación se basa en la profunda creencia de que el trabajo es ejecutar con disciplina y excelencia, e innovar para dejar obsoleto aquello que hoy ejecutamos con excelencia.
En un contexto más práctico; innovar en el día a día significa:
Customer centricity: un fuerte énfasis en la apertura al exterior y la orientación a entender la voz y el feedback de los clientes como base de la ejecución individual y colectiva.
En las organizaciones de alto rendimiento, toda acción, iniciativa o proyecto empieza siempre teniendo en cuenta quién es, qué espera y qué necesita el cliente final, conocido como “el jefe”. De la misma manera, el cliente no solo incluye a la persona que adquirirá el producto o servicio final; sino también a la persona o equipo que recibirá el resultado de tu trabajo, y, en consecuencia, a todos los demás stakeholders que esperan el mejor resultado de tus acciones.
Las compañías que han construido culturas organizativas que reflejan los principios descritos, son las que consiguen resultados superiores* en los siguientes indicadores de negocio:
En los resultados no financieros, las organizaciones de alto rendimiento, también consiguen grandes logros como una mayor satisfacción y lealtad del cliente, compromiso e involucración de los empleados, así como el aumento de la calidad de los productos y servicios que se ofrecen a clientes y consumidores.
Desde el punto de vista organizacional, las organizaciones de alto rendimiento presentan las siguientes capacidades:
Para centrarse en lo que realmente importa y entregar los resultados que se necesitan, las organizaciones de alto rendimiento emplean un enfoque holístico para su construcción, integrando el continuo diagnóstico, diseño y desarrollo en su modelo empresarial.
La construcción y desarrollo de estas organizaciones no es una función de las circunstancias; ni de las percepciones particulares de personas, o accionistas, sino que es en gran medida, una cuestión de elección consciente y de diseño organizacional colectivo.
Para obtener resultados superiores, estas organizaciones se diseñan de manera consciente para desarrollar, operar y comportarse de manera diferente. Tal y como apunta David Hanna:
“Todas las organizaciones están perfectamente diseñadas para conseguir los resultados que obtienen”.
Por esta razón, para el diagnóstico, diseño y desarrollo, las organizaciones de alto rendimiento, utilizan modelos y herramientas de innovación organizacional que les permite desarrollarse de manera integral para ofrecer un alto rendimiento sostenido en el tiempo.
La pregunta es, ¿qué objetivos persiguen a través de este continuo diagnóstico, diseño y desarrollo?
De entre los muchos objetivos que busca el diseño de las organizaciones de alto rendimiento, nos centramos en cuatro fundamentales:
Hoy, las compañías viven en un contexto que nunca antes se había visto, especialmente por la instantaneidad de la economía. La velocidad en la que se transforma la sociedad y los mercados a través de los avances tecnológicos, les exige acelerar la creación de valor creando innovaciones, productos y servicios de forma más rápida y fiable.
En este contexto, la ventaja competitiva pertenece a las empresas que pueden acelerar sus esfuerzos de construcción y ejecución de las estrategias de alto rendimiento, las que pueden identificar los desafíos más rápidamente y acelerar su toma de decisiones para que puedan formular y desplegar respuestas de manera efectiva y ágil.
Para lograrlo con éxito, las empresas tendrán que ser capaces de atraer, desarrollar, y conectar a colaboradores y equipos distribuidos en cualquier punto del planeta, y dar prioridad al diseño de los sistemas organizacionales que agilicen el negocio, habiliten la colaboración, la innovación y el talento, con una clara orientación a satisfacer las necesidades expresadas y no expresadas de clientes y consumidores.
El futuro depara grandes oportunidades para las empresas y negocios. Sin embargo, ese futuro está reservado para las organizaciones de alto rendimiento.
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