Uno de los stakeholders menos considerados, habitualmente, son los proveedores. Y es una auténtica lástima, porque quien tiene un buen proveedor, tiene un tesoro. Como bien señaló Michael Porter, hace unos años, hoy en día, la competencia se da entre cadenas de suministro, más que entre empresas. Por tanto, la coalición con nuestros proveedores (y con nuestro clientes, por supuesto), debe ser total.
En los últimos años, sobre todo en la época de pre-crisis (¡cuánto daño hizo ese periodo!), las empresas optaron por la deslocalización de sus compras a países emergentes lejanos, generalmente. Dinámica que se empezó a revertir a partir de la crisis de 2008. Ese fenómeno, el de la deslocalización, llevó en muchos casos a alejarnos físicamente de nuestros proveedores de manera radical, decisión basada en lo que se quiso creer, en primera instancia, de que “todo era más barato”, pero que, en muchos casos, devino en “algo más caro”, si sumamos todos los inconvenientes que ello suponía, en términos de calidad, servicio y flexibilidad, principalmente.
Pero no sólo precisamos de esa cercanía física, que es absolutamente saludable para nuestra gestión. Lo necesitamos, como lo hacen las grandes empresas del sector de la automoción, que piden a sus proveedores que se acerquen a sus plantas, llegando incluso a integrarlos dentro de las mismas. Pero vamos a ir más allá de la proximidad geográfica, ampliando el concepto en otras nueve cercanías, que completan un decálogo de obligado cumplimiento, para una auténtica relación win-win con nuestros proveedores:
Para concluir, miremos la matriz que encabeza esta entrada, donde podremos apreciar que el único camino posible es el del cuadrante de color verde, donde se define la relación sostenible con nuestros proveedores. El resto de cuadrantes, donde se enmarcan muchas relaciones cliente-proveedor, o son insostenibles o son destructivas. La elección de donde ubicarnos, depende de nosotros mismos.