Hace unos días leí en el blog de Bill Taylor de la ‘HBR’, el post “Trading places: a smart way to change your mind”. En el mismo se comenta lo siguiente:
“When two successful CEOs switched places for a day, the result was new ideas and a fresh perspective. Don’t limit your imagination to what you already know. If you need to innovate, don’t look to what others in your industry are doing, or to your past successes. Seek out a new experience, put yourself in a new context, and find ideas already proven in one field that might be applicable to yours. If you can, find someone who has a similar job in a different industry and trade experiences; what might be routine and ordinary for him may be revolutionary for you“.
El tema va de directivos, concretamente de CEOs, pero ¿y si esa idea la probamos hacerla entre diferentes funciones, diferentes colegas, dentro de la propia empresa? Las ventajas, como indica Taylor, son suficientemente evidentes. Los directivos de Ikea ya saben lo que es vivir, durante unos días al año, “el fragor de la batalla” comercial en sus tiendas.
Pero veamos algunos ejemplos, que aunque puedan parecer descabellados, no dejan de ser maneras de actuar al límite, que son las que conducen al auténtico cambio de paradigma, al genuino cambio cultural:
El ejemplo comentado de Ikea es valido, los directivos pasan a ser dependientes del establecimiento, en trato directo con los clientes. Así podríamos seguir con otros casos. En definitiva, lo que pretendemos es provocar el cambio de mentalidad, el estar abiertos a nuevas ideas. Y éstas siempre vienen por los extremos, aunque tal proceder pueda parecernos disparatado.