Si tuviéramos una sociedad más justa, este post no tendría sentido hacerlo, pero como todavía estamos donde estamos (a pesar de vivir en el año 2010, siglo XXI), no me queda más remedio que escribirlo.
Lo que hace unos años era impensable está cambiando. Cada vez hay más mujeres en el ámbito de las operaciones de las empresas. En todas las funciones y en todos los niveles. Si bien es cierto que en los niveles bajos de la organización hace muchos años que las empresas, algunos sectores más que otros, disponen de mujeres, no lo es tanto en niveles medios y superiores. El acceso a la educación superior de la mujer de las últimas décadas ha incidido decisivamente en este hecho. Hoy en día puedes encontrar directivas de operaciones, o de producción, o de logística, de ingeniería, de calidad, etc., en más de un lugar. Y por supuesto, ingenieras y técnicas, en niveles intermedios, también.
No voy a caer en el análisis simplista de que por el mero hecho de ser mujeres son buenas profesionales, como tampoco lo es así en el caso de los hombres. El distingo o pugna hombre – mujer me parece más antiguo que nuestro Mundo y en todo caso, infantiloide. Prefiero pensar en personas, que están divididas en dos géneros. Pero sí que tengo que decir que la inmensa mayoría de las mujeres que conozco, son excelentes profesionales en su campo.
Pues principalmente tres rasgos diferenciales:
Todo ello en base a una discriminación salarial insostenible en organizaciones que alardeen de una supuesta igualdad, basada en la Responsabilidad Social Corporativa.
La soberbia y la prepotencia de la que hacen gala algunas personas del sexo masculino, debieran aprender muy mucho de la manera de funcionar de nuestras colegas femeninas. Quizás el Mundo (y las empresas) no funcionarían con tanta testosterona… e irían un poco mejor.