A estas alturas del “partido” no voy a descubrir mis preferencias futbolísticas, porque de manera implícita (y en algún caso, explícita) ya me he manifestado en posts anteriores. Ya sé que hay personas que dicen que es mejor no hablar de fútbol, ni de política, ni de religión, pero no va con mi estilo.
No voy a entrar en “forofismos ilustrados” respecto a ningún club, sino que intentaré extraer conclusiones de un hecho que ha sucedido hace tres días y que ha hecho alterar mis planes respecto al post que tenía previsto publicar en el día de hoy.
Hoy quiero hablar de la estela y de las secuelas que Pep Guardiola nos ha dejado, tras el trabajo llevado a cabo en estos últimos cuatro años que da paso a un “fin de ciclo” (¿de su primera etapa?), que pienso que ya puede abrir camino a un nuevo concepto: el “guardiolismo“, o en nuestro argot de Mudaland, al “Guardiola Management System” (GMS). Sin pretender en ningún momento convertirlo en una pseudo-religión, como la que se profesa al Pelusa en el “maradonismo“, tan enorme como controvertido jugador.
Creo que el estilo de liderazgo y gestión, que ha impregnado la tarea de Guardiola, es de los más estudiados, puesto que en cuatro años se han publicado diversos libros que hablan sobre él, su personalidad y sus métodos. Por lo que sus cualidades son bien conocidas por la gente que es aficionada al fútbol.
¿Qué peculiaridades tiene el GMS, que lo ha hecho destacar de los demás, de manera tan sorprendente?
Ya sé que puede haber alguien que piense que con esos jugadores cualquiera haría lo que ha hecho Guardiola, pero la realidad es que en otros muchos casos, el disponer de grandes jugadores no ha llevado al claro triunfo del personaje que nos ocupa.
Grandes lecciones del maestro Guardiola, al que deseo mucha suerte, aunque estoy plenamente convencido de que la suerte la van a tener allí donde caiga, para realizar su próxima función como manager.