Autonomía, la palabra que todos creemos practicar y nadie se dedica a fomentar.
Parece obvio y evidente que la autonomía del empleado es algo que se fomenta y practica dentro de las organizaciones, pero la realidad es que no es más que falacia sobre la cual crecen las organizaciones.
Dar autonomía y poder de decisión a un miembro de la organización con un rango inferior está visto como una manera de perder poder y respeto dentro de la organización, hecho que no gusta a la mayoría de directores y responsables, “cuanto más conocimiento tenga yo y menos los otros, más dependerá la organización de mí”.
Este concepto choca frontalmente con el despliegue de la cultura de mejora continua y por el que muchas empresas no están 100% preparadas para adoptar sistemas de mejora Lean Management. Los sistemas de mejora continua se basan sobre el proceso y no sobre la organización (estructura jerárquica). Esto significa que el proceso manda sobre la jerarquía y, por tanto, que para agilizar y simplificar dichos procesos es necesario y obligatorio formar y crear equipos autónomos capaces de gestionar su pequeña porción de proceso a nivel operativo (producción, calidad y mantenimiento).
Este punto choca con la visión tradicional de organizar, “los operarios de producción a producir, calidad a revisar el producto y mantenimiento a reparar”.