En el mundo de la empresa, siempre se ha tenido mucha preocupación, por saber cuáles son los costes en los que incurrimos en la actividad habitual.
A lo largo del tiempo, se han creado diferentes modelos de cálculo de costes, que con mayor o menor éxito han ido subsistiendo. Entre los modelos comentados, podemos citar, a grandes rasgos, los siguientes:
Como puede verse en los puntos anteriores, las empresas no se pueden quejar de la gran cantidad de modelos y sistemas de costeo, pero ¿qué ocurre realmente? Pues que estos sistemas sólo tienen en cuenta los costes visibles (los tradicionales), pero olvidan una serie de costes que no pueden ser observados con facilidad y que configuran un auténtico lado oscuro de los mismos.
Por ejemplo, cuando pensamos en los costes laborales, nos dirigimos a la partida de personal y con eso ya es suficiente, pero lo que no se observa es la efectividad de ese trabajo, es decir el montante de muda (no valor añadido) de esas actividades.
Mientras no procesemos los muda como auténtica lacra, auténticos costes reales de nuestra organización, no podremos descubrir la auténtica oportunidad que tenemos ante nuestras narices y que no sabemos ver.