El diseño de células de trabajo es una buena solución para aproximar procesos y crear flujo dentro de la planta de producción.
El concepto de célula lo tenemos claro, diseñar un espacio de trabajo enfocado a la demanda del cliente, facilitando la ergonomía del operario, la creación de flujo y la estandarización del trabajo. En general, la reducción de mudas como movimiento, transporte, esperas o sobreproducción que no permitan suministrar el producto en la cantidad requerida por el mercado.
El binomio operario-aprovisionador debe estar enfocado al mismo objetivo, la demanda del cliente traducida al “Takt Time” (ritmo al que debe producir la célula para atender la demanda del mercado). A pesar de la redundancia de la expresión, el operario debe operar y el aprovisionador, aprovisionar. No vale decir que solamente son 2 metros lo que se mueve el operario para coger materia prima o que así el operario se organizar su trabajo.
Un operario de estar centrado y dedicado a producir piezas y pedir material cuando se le termina la materia prima y el aprovisionador debe dedicarse a suministrar material a línea, en tiempo y forma, para que el operario no pare y no le falte nunca nada.
¿Nos imaginamos a un cirujano yendo a buscar el bisturí o al baño a secarse el sudor? El cirujano es un operario que cuando necesita material dice: “bisturí…” y la enfermera (aprovisionador) le suministra el bisturí, “sudor…” y la enfermera le seca el sudor. Este concepto debe traducir de igual modo a nuestra célula de producción.
Con los conceptos anteriormente desglosados, parece obvio entonces, que un proyecto de diseño de células de trabajo debe contemplar varias fases:
Efectivamente, para un célula, se deben trabajar varios conceptos de igual relevancia todo ellos si lo que queremos es que la célula sea un éxito; de no ser así, probablemente lo que nos suceda es que el operario de producción dedique tiempo a tareas que no le aportan valor y al final no pueda cumplir con ese Takt Time que el mercado le exige.